Cómo comer el irresistible croissant

Considerado el rey de la repostería, el croissant o cruasán es un básico de los desayunos.

No importa si lo llaman cruasán, en Colombia; medialuna, en Argentina; cachitos, en Chile, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela; cangrejitos, en países de Sudamérica; o croissant en el resto del mundo.

Es irresistible el aroma de un croissant recién hecho, a su sabor decadente, a su textura crocante por fuera y suave por dentro. Sea con café, chocolate, con té o sin acompañamiento. La verdad es que es una de las bollerías más ricas.

Cris Lora, fundadora de Global Good Manners, comparte algunos datos interesantes de este tipo de pan, en el Día Internacional del Croissant. ¿340 años después de su invención? Veamos.

Origen bélico del croissant

Aunque muchos piensen que el cruasán nació en Francia, este manjar tuvo su origen durante las Guerras turco-otomanas del siglo XVII, en Viena, Austria, según la versión contada por Alfred Gottschalk, en la enciclopedia culinaria Larousse Gastronomique.

Los panaderos tuvieron un rol preponderante no solo por alimentar a sus ciudadanos y combatientes, quienes resistían un cerco militar de más de 60 días, dentro de las murallas de Viena, sino por la valiosa información que descubrieron.

Fue una noche de 1683, en la que panaderos austriacos amasaban y horneaban el pan cuando escucharon cómo los turcos cavaban túneles debajo de las murallas, y dieron la voz de alerta, permitiendo a los vienenses desarticular a los invasores.

Es por esto que los panaderos fueron condecorados y reconocidos tanto por el Emperador como por las tropas y los ciudadanos. En celebración de la victoria, ellos hornearon panes conmemorativos:

“uno llamado kaisersemmel, “panecillo imperial” en alemán, y otro llamado kipferl o hörnchen, que significan media luna en austriaco y en alemán y que fueron la semilla del famoso croissant”

Consejos de la etiqueta para comer croissant

A más de 300 años de su invención, podemos decir que a la mayoría de nosotros nos gusta el croissant. Nos entregamos sin dudas a su indulgente sabor. Sin embargo, tan rico como es, también tiene su manera correcta para comer.

Lo primero es que debemos recordar que es un pan y, ¿cómo se come el pan? Es muy sencillo: se parte y se come con las manos. Con este pan y cualquier otro podemos partirlo sobre el plato para evitar muchas migas en la mesa.

Ya sabemos cómo se debe comer. Ahora, te compartimos una breve lista de lo que debemos evitar al comer cruasán:

• No se debe llevar todo el pan completo a la boca. Ni con una ni dos manos.
• No se come con cuchillo y tenedor.
• No se moja en la bebida. No es correcto comerlo de esta manera, dice Cris. Agrega “sé que muchos de ustedes no estarán contentos con esta sugerencia, sé cuánto les gusta.  No es correcto, al menos en público”.

Sugiere que si te encanta hacerlo, lo hagas en la intimidad de tu hogar. Las razones son obvias: no se ve bien y pierdes toda la elegancia al hacerlo, y corres el riesgo de ensuciar el mantel y hacerte un desastre en la ropa.

La etiqueta nos sugiere actuar de manera correcta, elegante, con gracia y porte. Nosotros ponemos el resto.

Cuéntanos en Instagram si eres de las personas que te encanta mojar el pan en el café o chocolate: @globalgoodmannersbycrislora.